En las últimas décadas hemos pasado de preocuparnos por el aumento de la información, a hacerlo por el uso de los relatos.
Vamos comprendiendo que no solo se trata de qué datos se utilizan, ni siquiera del grado veracidad -si es que esta existe como algo objetivo-. Lo relevante es el lugar que esta información ocupa en la historia que se construye, la comunidad que genera en torno a ella y la capacidad que tiene para que dé sentido a la realidad que observamos a nuestro alrededor e incluso decida acciones consecuentes con ella.
La construcción de un relato no es exclusiva de la profesión política, el marketing o la ficción audiovisual o literaria. Al lo largo de los siglos, la humanidad ha aprendido -gracias a ellos- a relacionarse, a explicar el mundo que nos rodea, a establecer juicios éticos sobre nuestra propia acción y a conocer todo aquello que generaciones pasadas nos legaron en forma de cultura, ciencia, costumbres o valores.
Los relatos son una herramienta poderosa que utilizan las personas para aprender. Nos permiten organizar el pensamiento y generan un campo común de experiencias sobre las que basar la comunicación.
Un proyecto educativo (ABP) es un relato. Una aventura en la que un grupo es protagonista de un proceso que comenzó con un detonante que hizo a todos y todas dirigir sus miradas en un sentido, hacerse preguntas y buscar las respuestas para ellas. También decidir qué hacer con todo lo aprendido en este tiempo.
Para que un proyecto educativo se convierta en una oportunidad de aprendizaje debe contener una estructura narrativa sólida. Algunas de las claves que conocemos para el diseño de una narración son comunes a las que tienen en cuenta decenas de expertos creadores de relatos:
La búsqueda de la felicidad: Nadie emprende una aventura -tampoco la del aprendizaje- si esta no supone una mejora reconocible en su situación de partida.
La libertad: Los personajes creíbles son aquellos que viven la aventura con libertad. Aquellos en que podemos prever todas y cada unao de sus movimientos rápidamente les desechamos por artificiales y carentes de interés.
Las relaciones que los miembros del proyecto desarrollan cuando viven cada fase del mismo.
Las transformaciones que vive cada miembro del grupo a lo largo de todo el proceso.
En este post me ocuparé de la primera de ellas: la búsqueda de la felicidad.
Nadie emprende una aventura si no anticipa una mejora en su situación de partida. Esto sucede en todos los órdenes de la vida y es común a todas las personas. Cambiamos de trabajo porque pensamos que el siguiente será mejor. Decidimos independizarnos de nuestras familias cuando soñamos con una vida autónoma, nos comprometemos con un grupo o asociación cuando nos unen los mismos objetivos, ideales o queremos adscribirnos a un grupo de personas determinadas.
Los escolares deben poder anticipar una mejora en sus vidas cuando se sumergen en el aprendizaje. El desafío del docente es conseguir que un grupo se vea en la necesidad de emprender esta aventura. Que deje de entender que el aprendizaje es algo estático y pase a comprenderlo como un proceso. Un recorrido en el que los contenidos se contextualizan y se demuestran útiles. La condición para conseguirlo es que el grupo dirija su mirada en su conjunto para el mismo sitio.
Debe suceder algo que invite a todos los miembros del grupo a orientar su aprendizaje hacia allí convirtiéndose en una situación posible para el aprendizaje.
Que esta se convierta en una situación real de aprendizaje que el grupo emprende exigirá una dosis alta de esfuerzo: habrá que investigar, cooperar, diseñar, llegar a acuerdos, manejar contenidos diversos que serán útiles para la tarea, etc.
Para que el grupo emprenda esta aventura es necesario que anticipe que hacerlo va a suponer una mejora con respecto a su situación de partida. También que tras decidir emprenderla, hacerlo supone una experiencia gratificante. Algo similar ocurre con el propio equipo de docentes.
Invitar a que un grupo de docentes apuesten por un modelo didáctico basado en el enfoque de proyectos es una apuesta arriesgada. EL equipo docente debe trasladar gran parte del poder que detentaba en clase a su alumnado. El diseño del proyecto depende, en gran medida, de las preguntas generadas por el propio grupo y los contenidos curriculares e incluso los saberes se interconectan y se ponen al servicio del eje del proyecto.
Este cambio difícilmente podrá producirse en el profesorado si no anticipa que sumergirse en él va a suponer una mejora con respecto a su situación de partida. Esta mejora la justifica -en parte- la posibilidad de platearse objetivos educativos centrados en competencias que ve necesarias en su alumnado y la esperanza en una respuesta emocionada por parte del alumnado sobre un cambio metodológico como este.
Cuando un grupo vive un detonante de aprendizaje -un suceso, una visita, un viaje, etc.- debe decidir si inicia el proyecto de manera ilusionante. Una vez que decide hacerlo, debe reconocer la aventura en la que se sumerge como algo mucho mejor de lo que tenía anteriormente. Emprender el proyecto de aprendizaje le permite trabajar con otras personas, hacerlo dentro y fuera de las aulas, conocer gentes y asociaciones diversas. Mejorará la comprensión sobre la realidad que le rodea y podrá decidir qué hacer con ello.
Los docentes deben comprobar que pueden trabajar fácilmente contenidos que antes eran alejados a su alumnado. Ven respuestas ilusionadas en su grupo, constatan que están adquiriendo habilidades que les hacen más competentes en sus vidas y lo hacen tratando temas que consideran importantes.
El trabajo del docente previo al inicio del proyecto debe reencontrarse con los ejes temáticos que considera importantes para convertir la educación en la semilla que permita un mundo soñado.
En un segundo momento debe mirar a su alumnado y decidir que habilidades cree deben desarrollarse en su alumnado en este momento. Puede depender de su nivel de desarrollo, de las circunstancias sociales, sucesos comunitarios, grupales o familiares.
También deberá interrogarse cómo los contenidos curriculares a contemplar pueden servir al proyecto. Hacerlos útiles. Convertirlos en herramientas valiosas para la comprensión del mundo y por tanto objeto de aprendizaje.
Todo ello conecta con la necesidad de que cualquier situación de aprendizaje se convierta en un ejercicio de soñar una realidad mejor -tanto alumnado como docentes- y formular preguntas que sirvan de guía al proyecto:
¿Qué creo importante tratar en este momento con mi alumnado?: Sueña (es útil pensar en los tópicos temáticos que se deducen de los Objetivos para el Desarrollo - https://www.unesco.org/es/sustainable-development/education-. Una fórmula interesante para trabajarlos es a partir de las llamadas “5P” - https://biblioguias.cepal.org/c.php?g=447204&p=6366258-)
¿Qué habilidades parece interesante desarrollar en este momento en mi alumnado? (Puedes decidir objetivos relacionados con recoger información, exponerlo, trabajar colaborativamente, desarrollar habilidades sociales, de gestión de conflictos, capacidad de analizar viabilidad de acciones, etc. Una buena idea de la que nutrirse puede ser pensar en las relacionadas con las llamadas habilidades blandas softskills - https://www.juanjovergara.com/post/2019/10/12/educar-para-cambiar-el-mundo-qu%C3%A9-son-para-que-sirven-y-para-qu%C3%A9-deben-servir-las-softskil-
¿Qué contenidos crees interesante incluir como objeto de aprendizaje en este proyecto? (Una buena idea para seleccionarlos es recurrir a la legislación de referencia para la materia y curso que lideras como docente)
¿Cómo vas a poder reconocer la evaluación de tu alumnado en los objetivos que te planteas en estas tres esferas?
Tras vivir un detonante para el proyecto ¿cómo se “pone manos a la obra” tu alumnado?, ¿Reconoce que emprender el proyecto supone una situación mejor que la que tenía antes de iniciarlo?, ¿Se muestran ilusionados con el proyecto de aprendizaje?
¿Tienes sensación de que el proyecto abre una aventura interesante en la que os estáis sumergiendo tú y tu alumnado?
Una buena forma de resumirlo sea interrogarse si al pensar en la siguiente “clase” se abren más preguntas que respuestas y solo una certeza: ¡podemos ayudar a responderlas recorriendo la aventura de aprender!
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